Cuando queremos comprar un vino, podemos ver que muchos de ellos llevan especificado Crianza, Reserva o Gran Reserva en sus etiquetas. Pero, ¿qué quiere decir esto?
Esa característica hace referencia al tiempo de envejecimiento que ha pasado el vino. Es decir, el tiempo que ha estado en barrica o en botella, antes de ponerse a la venta. Aunque los tiempos, normalmente, los marcan las Denominaciones de Origen.
En función del tiempo que la bebida esté en contacto con la madera, los cambios se apreciarán en mayor o menor medida. Por lo general, altera su color, haciendo que se vuelva de tonos más oxidados, aporta aromas tostados y avainillados en nariz, y otorga una mayor estructura en boca.
Para poder ser un “Crianza”, el vino deberá pasar por un proceso de envejecimiento de dos años, de los cuales entre 6 y 12 meses han de ser en barrica. Nuestro Pedroheras Crianza es un buen ejemplo. El cual, ha obtenido mellada de Oro en el “Concurso de vinos de la Tierra del Quijote” el pasado mes de marzo.
La siguiente categoría sería la de “Reserva“. Hace referencia a vinos envejecidos durante tres años, de los cuales uno, como mínimo, ha de ser en barrica.
La última categoría sería la de los “Gran Reserva“. Tienen un período de envejecimiento de cinco años, donde el vino ha pasado por lo menos dos años en barrica.
En la actualidad, podemos encontrar en el mercado una amplia variedad de vinos con diferentes tipos de envejecimiento en barrica, tanto blancos como tintos. Lo ideal será probar las diferencias que aporta cada uno de ellos y seleccionar qué caldo preferimos para el momento, comida o compañía en que lo vamos a degustar.