Hoy 14 de febrero se celebra el día de San Valentín, un día en el que todos nos volvemos más amorosos, y los que tenemos pareja buscamos sorprender y tener un detalle con la persona que queremos.
Pero no sólo las personas tienen una idílica historia de amor. El vino también tiene un acompañante ideal. Esta afortunada pareja es el queso que, con sus múltiples matices, ofrece unas posibilidades muy amplias a la hora de maridar ambos productos.
A continuación exponemos unos ejemplos ideales de variedades de quesos y vinos que harán las delicias de todo el mundo:
-Vinos blancos jóvenes:
Los vinos blancos, gracias a su acidez, aportan frescura y su carácter afrutado contrarresta la fuerte personalidad y sabor del queso. Para ellos, su pareja ideal son los quesos frescos, el de cabra suave, el queso de tetilla o el parmesano.
-Vinos tintos jóvenes:
Este tipo de vinos hará las delicias a todos los que gusten de las salsas de quesos. Otro acompañante afortunado es, por ejemplo, el queso manchego semicurado.
-Vinos de aguja y espumosos:
Estos vinos burbujeantes combinan muy bien con los quesos cremosos, y generan un contraste muy interesante. Quedan bien con quesos como el brie, la torta del casar, el camembert o el mizithra.
-Vinos tintos con crianza:
Estos vinos son intensos, debido a la maduración que han adquirido tanto los crianzas como los reservas. Para ellos, lo ideal es combinarlos con quesos que posean la misma intensidad, por ejemplo, el queso manchego curado o los quesos azules.
-¿Y con el vermut?
No nos olvidamos de nuestro fiel compañero del aperitivo. En el caso del vermut vamos a buscar sabores con una marcada personalidad, y en el mundo del queso tenemos ejemplos tales como el queso en aceite, el de cabra o el queso de untar con un sabor intenso.
Recordemos que el gran secreto del maridaje es que haya un equilibro de sabor entre el queso y el vino, de forma que un producto no eclipse al otro.
Ya hemos visto algunos ejemplos que nos hacen la boca agua. ¿Qué otra combinación se os ocurre? ¡Os leemos!